Hoy he ido nuevamente a verla... hacía tiempo que no pasaba... no pude quedarme mucho rato porque era domingo y toda la zona cercana estaba invadida de parejas, grupos, padres con niños, ciclistas... aún así me senté un ratito enfrente para mirarla, hacía tiempo que no venía y hasta ahora no me he dado cuenta de los mucho que la había echado de menos, para mi, pese a su aspecto trágico, parece estar rodeada de una atmósfera de calma y sosiego, siempre me acerco hasta su explanada cuando estoy triste o tengo problemas, contárselos, me ayuda, los hace parecer más llevables, aunque sean cosas que no tengan solución, ni remedio; ella que en su dolor parece tan inalcanzable, se ha mostrado siempre conmigo, cuando llego con mi equipaje de disgustos a cuestas, como la madre más comprensiva y amorosa, después de permanecer un ratito sentada a sus pies, me marcho siempre más tranquila, de ahí mi sorpresa cuando al elegir el símbolo de Gijón, se halla adoptado al elogio y no a ella, porque para mi Gijón, como mi casa, siempre será ella, mirándome desde la Providencia, con la mano tendida...
Cuando me marchaba, prometiéndole volver pronto, escuché a un grupo de señoras mayores, obviamente de fuera, diciéndose unas a otras, que era la imagen de la Patrona de los Inmigrantes, como si de cualquier otra Virgen se tratara y ... quién sabe...
No soy consciente de haberla mirado nunca de frente, sino a un lado, quizá me guste su perfil y me sienta identificada con él. También soy la que miro al frente y espero que vuelvan, pero la otra cara es más difícil, la de ser tú la que vuelvas.
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